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Los 10 mejores discos internacionales del año

Este es el Top de discos internacionales según la revista especializada Rolling Stone

10) Jungle / Volcano

Con cada álbum, Jungle ha demostrado una evolución constante y un deseo inquebrantable de desafiar sus propios límites musicales. Volcano es la culminación de esta búsqueda incesante, un trabajo que refleja la vibrante esencia de Jungle y la diversidad de influencias que han moldeado su distintivo sonido. En este nuevo capítulo musical, el dúo británico electrónico toma una nueva dirección con la fusión de géneros, agregando una paleta de colores sonoros más vívida a su discografía.

9) Kali Uchis / Red Moon in Venus

“La mayoría de las personas no saben amar/Por eso están vacías”, musita Kali Uchis en “Worth the Wait“, una canción lenta y suave de su tercer álbum, Red Moon in Venus. A lo largo de quince cortes, la estrella pop colombo-estadounidense revela que su propio conocimiento del amor es abundante, explorando temas que abarcan las emociones en todas sus expresiones. A juzgar por las letras sinceras del disco, su visión del amor es amplia, pero no ingenua; es sagaz, pero no se ha arruinado por los fracasos del pasado.

8) The Chemical Brothers / For That Beautiful Feeling

En lugar de reinventarse, con su décimo álbum de estudio, For That Beautiful Feeling, los Chemical Brothers (Tom Rowlands y Ed Simons) simplemente mantienen las ruedas en movimiento. Tan colorido como su portada y fiel a su título, el disco es tan hedonista y enérgico como su mejor material, todo filtrado a través de una lente psicodélica. Mezclado como los impecables conciertos en vivo del dúo, el disco apenas se detiene y sirve como una pieza inmersiva y conectada de manera brillante.

7) Foo Fighters / But Here We Are

“Llegó en un instante. Llegó de la nada”, grita Dave Grohl sobre unas guitarras distantes y una batería explosiva al inicio del onceavo álbum de Foo Fighters. Después, canta un verso marcado por el desconcierto y el arrepentimiento: “Sucedió tan rápido y después todo había terminado”, se lamenta y se le quiebra la voz en la última palabra. Es el epígrafe ideal de But Here We Are, el trabajo que la banda grabó mientras Grohl atravesaba el duelo por las dos pérdidas que tuvo en 2022: su amigo Taylor Hawkins y su madre Virginia.

6) The National / First Two Pages of Frankenstein

En este álbum, casi demasiado perfectamente titulado First Two Pages of Frankenstein, los reyes indiscutibles del rock para padres tristes de Brooklyn vuelven a estar juntos después de cuatro años, entregando un disco que se destacará como una joya oscura entre su discografía. “No le estoy haciendo ningún tipo de favor a nadie”, nos informa Berninger sobre el piano elegantemente vacilante de “Once Upon a Poolside”. Pero el favor que hace es el simple acto de hacer que lleguen las angustias.

5) Blur / The Ballad of Darren

“Acabo de revisar en mi vida y todo lo que vi fue que no vas a volver”, canta Damon Albarn en “The Ballad”, el tema que abre The Ballad of Darren, una especie de góspel en cámara lenta en el que las piezas se desplazan con movimientos mínimos, como si no quisieran quebrar el relato intimista de su cantante (su ruptura con la artista plástica Suzi Winstanley). Poco después, la guitarra de Graham Coxon propone un viaje al pasado en “St. Charles Square”, un tema que musicalmente remite al Blur de la primera mitad de los noventa, pero en cuya letra el terror se esconde debajo de las maderas del piso, como en “El corazón delator“ de Poe. Y, si hasta ese momento todo se maneja entre lo sugerido y lo no nombrado, “Barbaric” se anima a llamar a las cosas por su nombre. El tema fluye como un pop agridulce sostenido por el tándem rítmico de Dave Rowntree y Alex James en el que Albarn esquiva todo tipo de metáfora: “Me gustaría, si tenés tiempo, hablar con vos de lo que me hizo esta ruptura / Perdí el sentimiento que pensé que nunca perdería/ ¿Adónde voy ahora?”.

4) The Rolling Stones / Hackney Diamonds

Sin contar su álbum de covers de 2016, la última vez que The Rolling Stones nos presentó un disco repleto de material original fue a principios del milenio. Aquel trabajo, A Bigger Bang (2005), fue salvaje pero no precisamente memorable, y en las casi dos décadas que han pasado desde entonces, puede que incluso los mismos músicos se preguntaran si necesitábamos otro LP suyo. Si se iban a arriesgar a pasar (y hacernos pasar) por ese proceso una vez más, especialmente después de tanto tiempo, también debían suponer que tenían que hacer que la espera valiera la pena. Y, contra todo pronóstico, lo lograron. Con una colección de éxitos que nadie se hubiera podido imaginar en 2023, Hackney Diamonds no es sólo un álbum más, es un trabajo vibrante y cohesivo. Es su primer trabajo en años que querrás escuchar más de una vez antes de cansarte. Ya sea gracias al debut de Andrew Watt como productor de la banda, a la tecnología o simplemente al deseo de recordarnos por qué nos gustó en un primer lugar, el grupo no había sonado así de bien en lo que parece la mitad de un siglo.

3) Wilco / Cousin

Cousin es el primer álbum de Wilco desde 2007 en el que usan un productor externo, y se nota, de la mejor manera posible. La productora es la cantautora galesa Cate Le Bon, quien conectó con la banda en el festival Solid, la fiesta bianual de música y arte de Wilco en Massachusetts. Le Bon logra que lo raro suene muy bien, porque su música pop extravagante siempre parece arraigada en el corazón. Tweedy es un tipo sincero cuya veta vanguardista, a pesar de contar con músicos versátiles como Glenn Kotche y Nels Cline, a veces pareciera más aspiracional que constitucional. Así que Le Bon y Tweedy hacen una buena pareja y las fusiones más abstractas de Cousin se sienten completamente naturales. El toque de Le Bon es discreto. Dado su perversamente estilo Nico en su versión de 2019 de “Company in My Back” de Wilco, uno podría desear que sus voces fueran más prominentes. Pero su destreza musical sigue las melodías inesperadas y los ritmos recortados dispersos en “Cousin”, un giro bastante agudo desde el country-rock y americana de flashback del excelente “Cruel Country”.

2) Depeche Mode / Memento Mori

En “Ghosts Again”, uno de los tantos momentos introspectivos del quinceavo álbum de estudio de Depeche Mode, Memento Mori, Dave Gahan brama: “El tiempo es efímero”. No es una revelación, pero la tranquilidad de su voz es refrescante. Han pasado más de cuatro décadas desde que el grupo se formó como un cuarteto de adolescentes ansiosos por sumergirse en la naciente cultura del synth-pop, terminando por crear himnos como ”Just Can’t Get Enough”. Ahora, únicamente con Gahan y Martin Gore en la alineación tras la muerte del teclista Andy «Fletch» Fletcher, ambos se preguntan: “¿Cuánto tiempo nos queda?”. La melancolía ha sido una parte importante de la experiencia Depeche Mode y se ha especializado en la vulnerabilidad. Así que no resulta extraño que el grupo, cuyos dos miembros ahora rondan los 60 años de edad, hayan titulado el disco como Memento Mori –un recordatorio en latín de que vas a morir algún día– y lo hayan elegido cuando Fletch continuaba en vida. Su ausencia no les hizo dudar del nombre, por el contrario, Gore afirmó que “le dio más sentido”.

1) PJ Harvey / I Inside the Old Year Dying

Las palabras parecen un juego a medida que su guitarra se entremezcla con su voz, y la copla fluye tan bien al ser sucedida por susurros y cantos de aves. Eso es lo que significa dejarse llevar por la corriente sin siquiera preguntarse qué carajos es un Ooser-Rod. Pero cuando buscás el significado de las palabras en Orlam -la novela que PJ Harvey publicó en 2022, escrita en el dialecto de Dorset, Inglaterra, el lugar donde creció-, la canción adquiere un trasfondo más turbio: ella define al “Ooser-Rod” como “el pene absurdamente enorme de un demonio”. […] De modo que el verso de “un demonio cornudo/ dios cabrío” termina siendo una consigna con doble sentido. Este tipo de referencias antiguas definen a I Inside the Old Year Dying, pero esto no quiere decir que todo el mundo deba conocer la historia detrás del disco, poseer un glosario de Dorset o tener un doctorado en dialectología para disfrutarlo. No obstante, esforzarse un poco por entenderlo hace que un trabajo complejo pueda ser una experiencia más amena.

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